jueves, 23 de junio de 2011

Vuelo de letras




Siento que lo que necesito es escribir, escribir sin pensar, sin apenas ordenar y dejar que fluyan mis palabras como fluyen mis gestos o mis miradas. Fluir dejando emanar, fluir sin limitar, sin sentenciar y sin valorar. Sin juzgar si lo que escribo está bien o está mal. Esa parte analítica que me encierra en ocasiones y otras muchas me da control y seguridad.

A veces quiero escapar de esa razón, de ese control, de ese orden que tiene cada sitio en mi cabeza, porque sólo así, podré derramar lo que siento.

Música, un poco de incienso del que me gusta. Los perros acostados, Totoro cascabeleando el juguete con cascabel. Casi todos los peces en calma. El Gourami persigue al Gourami nuevo. Consigue escabullirse entre las plantas que han crecido tanto.

Como nueces. Me gustan las nueces. Me gusta romperlas con las manos. Me gusta como se escapa su olor y lo retengo mientras saboreo esa especie de “mitad de cerebro”. Siempre me dieron un poco de alergia y suelen salirme granitos en la lengua cuando las como. Eso las hace aún más especiales porque no puedo abusar y me encantan.Recuerdo que cuándo era pequeña hacía barcos con las cáscaras.

Estoy recordando la primera vez que vi un nogal, o que al menos fui consciente de que lo era. Era finales del verano pasado. Estuvimos paseando por la Vega y encontramos uno al lado de casa, enorme. Es alto y ancho, muy poblado. Las hojas son preciosas. No cabía en mi cuando vi las nueces colgando. Estaban dentro de una capsulita, parecida a la de los almendros pero más grande. Y dentro está la nuez entre pequeñas raicillas arraigadas a la cáscara verdosa. Desde entonces lo he visitado en muchas ocasiones. Me gusta tocarlo, abrazarlo.

Escucho Alanis Morrissette. Hace mucho de la primera vez. Vivía en casa de mis padres. Recuerdo perfectamente mi habitación, mi escritorio, los mensajes ocultos bajo el tablero, la silla, los posters que había, el corcho, mi foto de pequeña con la cabeza llena de rizos. Mi cama, el arcón de detrás. El peluche de mis secretos, la hucha de la tortuga, el guarda pijamas, las estrellas del techo, la foto de los planetas, la gran estantería de libros, la mesilla con el walkman y esa mini cadena que me regalaron mis abuelos cuando hice la comunión. Recuerdo las fotos, las fotos de ese día. De aquello hace más de veinte años y tengo muchísimos recuerdos. Si lo pienso, ¿quien me iba a decir que cuatro años más tarde empezaría a salir con la persona que sigo compartiendo casi todo?. :)

No volvería atrás. Me gusta dónde estoy. Me gusta este tiempo. Tiempo de construcción, de afirmaciones de negaciones y de elecciones. Miro a mi alrededor, me gusta lo que hay. Es aquello que proyecté hace tiempo, aquello que pensé, que trabajé, trabajo y disfruto. Me gusta sentir coherencia en lo que hago. Suelo tener presente porqué hago o no las cosas y al final lo que encuentro son principios. Principios y creencias. Así que cuando hago algo lo tengo muy presente. Me gusta sentir sintonía entre las acciones y las emociones. Me gusta sentir el soporte de mis decisiones. Me gusta sentir la materia y la magia de los deseos. Encontrar su raíz, su necesidad. Me gusta saber lo que quiero y me gusta no saberlo en ocasiones, para acabar sorprendiéndome en este viaje de autoconocimiento infinito.

Acabo de llegar de una práctica. De una de mis sesiones. Es maravilloso sentir como crece alguien. Como una persona se permite y se da la oportunidad de mirar dentro de ella. Alguien que toma la opción de saber, de revolver y de buscar a pesar del miedo surcando sus entrañas para trabajarse a diario. Para construirse como desee. Selecionando aquello que quiere y aquello que no. Aquello que quiere ser.

Alguien que es capaz de desenmascarar “de verdad” a sus miedos y enfrentarse a ellos, alguien que está dispuesto a abrirse de corazón y a entregar lo mejor de si mismo sacando lo peor de si y siendo consciente de ello. Sin ego, sin arrogancia, dejando a un lado a sus limitantes y permitiéndose Fluir (con mayúsculas)

A veces pienso sobre la similitud de como vivo el coaching y el bdsm. La forma que tengo de enfocarlo, de plantearlo, de compartirlo....

Me ocurre que durante algunas sesiones pierdo por completo el control del tiempo. Eso es Fluir. Hay una especie de burbuja penetrable solo por algunas sensaciones. Sobre todo buenas. Sin duda no es fácil fluir con alguien. Sobre todo porque son muchas las diferencias, aunque creo que el punto está precisamente en lo contrario. En que al final todos somos lo mismo. Quizá unos con más miedo o bloqueos que otros. No obstante entrar a ordenar y a escribir sobre la diversidad de personalidades podría llevarme horas y horas y aún así no terminaría. Pero teniendo en cuenta que influyen valores, creencias, experiencias, aptitudes, actitudes….etc, podemos hacernos una idea. ¿Cuántas veces juzgamos a las personas por sus acciones sin saber más allá?

El caso es que, generar esa fluidez en determinadas ocasiones es maravilloso y entro en un mundo de sinergia entre uno y Todo. Me siento muy agradecida.

Me siento feliz!

Miro atrás. Valoro este año. Este año de experiencias inolvidables, de cambios, de entregas y regalos. De relaciones bonitas e importantes. Pienso en los cambios, en el constante cambio de todo. Y es que tengo la creencia que resistirse al cambio hace que uno se estanque. Que deje de aprender y evolucionar.

Pienso en las dependencias de las relaciones. Cuando miro alrededor y puedo distinguirlas, tengo claro que no es lo que quiero, que no deseo tener relaciones que no evolucionen y que no deseo agarrarme a algo que cambia constantemente solo por necesidad de pertenencia o sensación de aparente control, ante lo ya conocido . Las relaciones son complejas. Sobre todo porque hay que cuidarlas y mucho. Porque hay que alimentarlas igual que uno ha de alimentar su bienestar. De ser consciente y consecuente de su propio crecimiento. De dejar a un lado las verdades absolutas y permitir otras verdades. Quizá no compartir pero si dejar ser. Y cuando uno quiera compartir hacerlo de forma sana y consensuada.

Un día leí la siguiente frase:

"El verdadero amor no es otra cosa que el deseo inevitable de ayudar al otro para que sea quien es".

He disfrutado de muchos momentos y me gusta pensar que he contribuido a ellos. Con ellos y con quien/es me acompañaban.

He aprendido a ser consciente del ahora. A saber parar y percibir el momento sin adelantarme a mañana, porque si bien es cierto, ahora, mañana no existe.

Me gusta disponer de todos mis sentidos en un preciso momento. De percibir mi mapa, mi realidad, mi contribución al momento que está ocurriendo por única vez.

Me gusta observar, palpar, oler, saborear, escuchar, percibir. Sentir mi presente. Ser todo lo que puedo Ser en ese instante.

2 comentarios:

Alex dijo...

Este post ya es la sinopsis de un excelente libro que seguro ayudará a mucha gente a sacudirse traumas y complejos que bloquean su camino a la felicidad. Un camino que Vos habeis recorrido y por eso estais preparada para mostrarlo a los demás.

Nicola Irligrei dijo...

Hay que ver, tus palabras son realmente inspiradoras.. Haces que recuerde aquello que en realidad ya sé, pero que de alguna manera olvido.. También en los siguentes, estoy con tu "Me gusta".. cuando el pecho se abra y tu ser se expande y se diluye con "un todo" o "todo lo demás" y sientes que todo está en su sitio y en su momento, todo está bien.. es ese sentimiento, de gozo y comprensión.. gracias de nuevo! :) :*