A veces para seguir Estando en un lugar hay que marcharse y volver pasado un tiempo...
Hoy aún sorprendida miraba de nuevo, cómo en tantas otras ocasiones especiales de un pasado no demasiado lejano, las marcas de aquellas cuerdas que dos días atrás habían paseado por mis brazos, desde la cálida fluidez tensa de sus manos. Y cómo cuál tesoro, cómo en todas las ocasiones de aquel pasado, volví a venerarlas frente al espejo y a deleitarme rozándolas con las puntas de los dedos apretando un poquito para alargar la experiencia en el tiempo, conectando con la emoción...
Siempre me quedo sutilmente enganchada a la experiencia, conectada a ese instante de cierta necesidad estimulante y excitante, naturalmente humana, hasta que después de dejar su debida huella, se va diluyendo en el tiempo, al igual que cuándo mezclo los colores con el agua.
Creo que había olvidado parte de cuánto disfruto de una experiencia de fluidez encordada, cuánto disfruto de una sesión entre cuerdas cuándo existe un vínculo especial con la persona con la que son compartidos esos instantes.
Y ocurrió que en aquel momento, no deseé nada más que sus manos, su mirada y sus deseos anhelados e inesperados en aquel precis(o)so momento. Y tome conciencia del espacio y el tiempo y decididamente me sobraban todas las personas que nos acompañaban, las conversaciones, los susurros, las risas y alguna que otra interupción de ese instante conectado después de algunos meses de "ausencia".
Y si bien es cierto que sensaciones y emociones me conectan al hilo de la vivencia y el aprendizaje de un pasado que me trae a este presente de hoy, de ahora, la situación tenía algo de soprendente y me abordaron gratas e inesperadas reacciones físicas, mentales y emocionales...
Nutritivo, muy nutritivo, especialmente nutritivo.
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martes, 26 de febrero de 2013
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